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04/02/05
A 13 años del “Por ahora”
Iván Olaizola D’Alessandro
 

Menos de 3 lustros nos separan de aquella madrugada en la cual la tranquilidad de la vida republicana se vio abruptamente interrumpida. Unos militares, formados en democracia, violentaron la constitución usando las armas que el pueblo les había encomendado para la custodia de su soberanía. Un oscuro comandante, un tanto descompuesto, usaba los beneficios que toda democracia otorga a los ciudadanos para lanzar aquel “por ahora”. Movimiento golpista que en su momento no contó con el apoyo popular; solo unos cuantos civiles, los mas de ellos con prontuario guerrillero, se habrían plegado al movimiento. Las calles del país vacías y el estupor y comentarios de la mayoría de los venezolanos dejaba mal parados a estos compatriotas que al mejor estilo de los milicos gorilas se arrogaban el derecho de pensar y decidir por el soberano, enlutando a muchos hogares y manchando de sangre la constitución dejando herida de gravedad, sin que ello lo supusiéramos en esos momentos, a la ya adulta democracia.

En pasando el tiempo muchos factores políticos y económicos le fueron dando vuelta a aquel fracasado intento de acabar con la democracia, para convertirlo en un instrumento de presión y chantaje en contra de las instituciones mas importantes de la república, en especial contra los partidos políticos. El proceso de desarrollo iniciado años antes hubo de ser detenido y las reformas económicas tuvieron que ser pospuestas, con el consiguiente cambio negativo de los indicadores de desarrollo. La dirigencia nacional, en todos los órdenes y niveles, se dejó arrullar por esos cantos de sirenas y lo que fue, y así tenía que haber sido, un triste y pasajero acontecimiento en la vida de un pueblo de arraigados sentimientos democrático, se comenzó a transformar en un movimiento el cual muchos de los actores políticos, económicos y sociales del momento pensaron capitalizar para sus propios intereses. A aquel comandante del “por ahora” había que sacarle provecho y le sacaron. Consumados políticos de la democracia venezolana, grandes capitanes del capital y de los medios, grupos olvidados por el pasar del tiempo y las ideologías, cadáveres insepultos, ex cualquier cosa, notables y menos notables vieron en la causa de esos militares golpistas la vía para hacerse del poder y pasarle factura a aquellos hombres, mujeres e instituciones que, con todo y sus grandes equivocaciones, habían ayudado a construir un mejor país a aquel que se tenía antes de 1958, cuando se dio al traste con la que se suponía última dictadura militar. Lamentablemente no midieron las consecuencias de esa irresponsable y peligrosa aventura. Queriendo usar a los que creían usables y manejables crearon el monstruo que hoy padecemos.

A 13 años de aquel que debió ser un simple aletear de mariposas y a seis años del primer ventarrón consecuencia del mismo, nos encontramos sumergidos en la mas tenebrosa de las tempestades jamás padecidas por este pueblo de Bolívar, paradójicamente en su nombre. Nunca antes habíamos tenido que padecer tan grave situación de crisis. Las instituciones, como tales, han desparecido y dado paso a entelequias. El estado de Derecho dejó de ser tal, todos los poderes se han concentrado en uno solo. El odio, la descalificación, la amenaza, la difamación, el atropello, la burla, el irrespeto, la mentira, el chantaje, la incapacidad, la corrupción, son actitudes normales de quienes hoy dirigen al país. La anarquía y las decisiones tumultuarias son las formas preferidas de gobierno. Guerrear, con propios y extraños, es la manera de conducir la política tanto interna como externamente. Los paradigmas para nuestro desarrollo político, económico y social son la Cuba de Fidel, la Libia de Gadaffi, el Irak de Sadam. Nuestros aliados o amigos son los grupos guerrilleros y terroristas de las FARC, el ELN, palestinos y árabes. Así como la izquierda cómoda y caduca europea, los grupos marxistas sobrevivientes al muro y cuantos movimientos de resentidos sociales deambulan por el mundo.

En tan solo trece años pero en especial en estos últimos seis años, que parecen mas bien un siglo, hemos asistido al desmoronamiento de una democracia sólida. El país se nos derrumba delante de nosotros y todo “ajustado a derecho” y de acuerdo a la “constitución bolivariana”. Todos los recursos de la nación, todo el poder del estado, todas las instituciones al servicio de una sola causa, de un solo hombre. A quien disienta se le compra o se le excluye. Un pequeño grupo de venezolanos disfruta de la revolución bonita que tira mendrugos a los mas pobres y una inmensa mayoría de compatriotas que solo observa impávidos, inermes e inertes, hacia donde nos llevan. Mientras el jefe de la revolución, el mismo de aquel aciago día ahora fecha patria, recorre los mas diversos foros del mundo presentándose como el nuevo libertador de los pueblos oprimidos. Cuando desembarca de su lujosa nave ataviado con costosa indumentaria, rodeado de decenas de acólitos y espalderos, repartiendo dólares, prebendas y negocios y amenazando a los imperios, una multitud delirante (pagada?) lo aclama recordándonos la entrada triunfal de Bolívar a Caracas. Pero nosotros todavía creemos que habrá una salida electoral o que los pueblos del mundo democrático se apiadarán de nosotros. A quinientos años del libro cumbre de la literatura castellana razonamos como Sancho: no son monstruos son solo molinos de vientos. Oh caballero andante, danos un poco de tu genial locura.

Iolaizola@cantv.net

 

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