La situación de pobreza en el país no mejora su cara, y
lo más alarmante es que las cifras de mala alimentación
y sus consecuencias están en aumento.
Según cifras que maneja el Centro de Atención Nutricional
Infantil de Antímano (Cania) -que trabaja con familias de estratos
D y E-, hasta el año 2000 los niños con desnutrición
grave, que requieren hospitalización, representaban menos de 4%
dentro del total de infantes con mala alimentación, pero en 2003
este porcentaje se incrementó hasta 14,5%.
Para
la doctora Mercedes López de Blanco, miembro de la Fundación
Bengoa y asesora de Fundacredesa, estos niños representan sólo
la punta del iceberg, bajo el cual existe un problema más grave
como lo es la desnutrición por déficit calórico crónica
y el hambre oculta, a los cuales no se les presta suficiente atención.
"Hay niños que se ven normales pero tienen reservas de grasa
bajas, son niños anémicos o con ácido fólico
bajo. Siempre están delgados y no terminan de recuperarse de alguna
enfermedad cuando vuelven a tener problemas".
Las organizaciones que trabajan el tema de la desnutrición aseguran
que para los miembros de las familias de los estratos sociales más
bajos del país es normal ver a los niños con peso bajo y
con bajos niveles de grasa, porque es una característica que se
repite en la mayoría de los infantes y se ha tomado como patrón
de normalidad, aunque no lo sea.
La doctora Mercedes López, quien participará en el Foro
Perspectivas Sociales 2004, organizado por Venamcham, insiste en que la
condición nutricional de los venezolanos ha venido empeorando,
tanto por la caída del poder adquisitivo de la gente como por la
falta de información sobre una buena nutrición.
Hasta hace cuatro años un salario mínimo era suficiente
para comprar la canasta alimentaria, pero a partir del año 2002
esta situación cambió. La modificación en el salario
no compensa el incremento en los precios de los alimentos.
"La gente no cuenta con información suficiente de cómo
sustituir algunos alimentos por otros, para compensar de alguna manera
la falta de nutrientes. Hay que aprender a consumir lo de temporadas que
es más económico".
La disminución en la disponibilidad y en el consumo de energía
ha traído como consecuencia el incremento de niños con desnutrición
crónica. Según el Instituto Nacional de Nutrición,
para 2001, 12,7% de los niños menores de dos años sufrían
problemas de desnutrición, en el grupo de 2 a 6 años afectaba
a 23,6% y en el de 7 a 14 años a 25,1%. Estos valores están
más o menos estables desde 1999.
La deficiencia de hierro y la anemia constituyen la carencia nutricional
más importante, debido a las implicaciones que tienen para el desarrollo
intelectual de los niños. Según estudios de Fundacredesa,
de los lactantes de los estratos IV y V, 51% presenta deficiencia de hierro
y 54% anemia; en los preescolares 35% presenta deficiencia de hierro y
39% anemia; mientras que en los niños de 7 años es de 24%
y 20% respectivamente. Estas carencias nutricionales son más intensas
en los niños de las ciudades del interior y de los estratos bajos.
También se han notado problemas relevantes en el grupo de las embarazadas,
donde la deficiencia de hierro es de 59% y la anemia de 38%. Tal situación
puede generar que un alto porcentaje de niños puedan nacer con
problemas de retardo.
Los representantes de la Fundación Bengoa aseguran que es necesario
aumentar la eficacia de programas sociales, sobre todo los que están
dirigidos a los niños de preescolar y los de atención a
la madre. "Pero es importante que participen todos los actores de
la sociedad en estas iniciativas".
54%
De la población se encuentra en niveles de pobreza
25% Son pobres extremos
30,5%
Tiene necesidades básicas insatisfechas
13,4%
No posee grado de escolaridad
46,3%
Sólo alcanza estudios entre 1ro y 6to grado
15,4%
Se encuentra desempleada
52,5%
Trabaja en el sector informal
15%
De hogares con pobres extremos tienen todos sus integrantes desempleados
28%
Hace menos de tres comidas al día
71%
Ha reducido el consumo de alimentos
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