Aprendiendo
a envejecer con dignidad |
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La
tercera edad o la edad de los viejitos (as) nos debe llenar de orgullo
y de una tremenda satisfacción. |
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1.
Introducción: |
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“Ser
anciano implica haber vivido una prolongada existencia, Como una verdad, tan grande como el cielo, toda ancianidad es, en el fondo, un decir adiós poco a poco. Llegar a una larga edad es haber vivido una prolongada existencia. Es el momento de muchos recuerdos y de haber dejado atrás mucho: fuerzas, lozanía, juventud, arranque, incluso decisiones de arraigo y embestidas tremendas… Es el momento de mirar con ojos de fe y de verdad el camino angosto hacia la muerte, pero, sin olvidar que se es viejo y se tiene vida. Ciertamente que es un momento de mucha lucha y adaptación, pero no es cruzarse de brazos y esperar que llegue el final. Todo lo contrario, por eso invito a todos a “Aprender a envejecer con dignidad en servicio a los demás” donde aún se sirve, se sueña y se añora. Aquí pretendemos animar, acompañar y hacer sentir a esas personas d el tercera edad útiles para cada día y de forma especial, que se aprecien dándose valor en unidad de voluntades y de fe. No es un secreto que la ancianidad, “para muchos” es un estorbo o una forma de fuerte trabajo que saca de las casillas a cualquiera. Aunque no puedo ocultar que la vejez es una situación muy difícil que hay que saber enfrentar y acompañar. Pero lo que no podemos aceptar es que se desprecie al anciano o se utilice la muerte como manera de quitarse esa molestia o las quejas de un anciano adolorido y con muchas quejas. Dentro del dinamismo cristiano así como la juventud goza de energía y colorido, también la vejez debe ser vista y atendida. Todo ser humano tiene alma inmortal, capacidad para amar y pensar. |
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