El
dolor:
Frente al drama del dolor hay muchas posturas cómo dolores:
-ya sea físico: una enfermedad...
- ya se anímico: el desaliento...
-ya sea psíquico: el desequilibrio...
-ya sea espiritual: la aridez...
- ya sea social: la angustia...
-ya sea familiar: la incomprensión...
Y
cuando se habla de dolor hacemos referencia a la muerte.
¿Cómo
moriré?
Que pregunta tan brutal y, para muchos, es desesperante. Para el cristiano
debe ser una decisión de amor para ser recibido en los brazos del
Padre Dios. Por eso, lo importante no es morir, sino vivir y hacerlo bien.
¿Un accidente?
¿En manos de un delincuente?
¿De una enfermedad Terminal y penosa?
¿De viejo?...
Claro,
todos moriremos. Nadie nace para semilla y si esperamos ser semillas,
no se nos debe olvidar que cada semilla para germinar tiene que enterrarse,
podrirse y muriendo para nacer de nuevo.
La
muerte se convierte en el pago por vivir. Es la relación hombre,
debilidad, pecado. Todos moriremos y nadie se escapará del juicio
de Dios. Ante Dios rendiremos cuentas. Son cuentas, al decir de la Madre
Teresa de Calcuta, “juzgados en el amor a los demás”
Allí no habrá intermediarios, tarjetas de presentación
o simples recomendaciones de personajes importantes. Estaremos frente
a frente delante de Dios. El tiempo, pues, se convierte en misericordia
o justicia.
En
el dolor ¿dónde está Dios?
“El Dios en quien creo no nos manda el problema, sino que nos manda
la fuerza para sobrellevar el problema”.
Cuando muere un ser querido, suele ocurrir que la gente dude de la bondad
de Dios, o que se pregunte con rabia qué clase de Dios puede permitir
que pase tal tragedia.
Si las convicciones espirituales fueron reconfortantes en el pasado, la
pérdida temporaria de la fe—cuando más se la necesita—puede
ser terrible. Pero la mayoría de la gente siente que, con el tiempo,
la fe no sólo regresa sino que es más profunda e intensa
que nunca.
Pero
los que esperan en Dios sé sentirán que se les renuevan
sus fuerzas, y que les crecen alas como de águilas .Isaías
40:31
Mito: El duelo se acaba en pocos meses. Para el dolor
no hay horario. Mientras los síntomas más intensos normalmente
se alivian entre seis meses y un año, es común que lleve
hasta más de dos años alcanzar un nuevo equilibrio. Y cuando
el fallecimiento fue repentino, puede llevar aún más tiempo.
Mito: Las lágrimas son signo de debilidad. “llorar
es la forma natural de liberar la tensión interna…y permite
que la persona que sufre pida apoyo”.
Mito: Mencionar a la persona que falleció sólo aumentará
el dolor. Contar anécdotas, mirar fotografías de
un álbum, compartir recuerdos, ayuda a que la persona de duelo
vea que el ser querido fallecido no ha sido olvidado.
Mito: La muerte y la pena son contagiosos. A veces los
padres que han perdido un hijo son evitados por otras personas, pues representan
el peor miedo de todo padre y madre…”si les pasó a
ellos, nos puede pasar a nosotros”
Diez
pasos hacia la recuperación.
1. Tómese el tiempo que necesite para sentir pena, y para recuperarse.
2. Permita que sus seres queridos sepan cómo se siente.
3. Hable con alguien que ha pasado por una experiencia semejante.
4. Escribir notas diariamente puede ser una buena válvula de escape.
5. Sea bondadoso consigo mismo. Aliméntese y haga ejercicio.
6. No se permita a sí mismo colocarse en un pedestal, por la admiración
que otros tengan de su valentía.
7. Lea, infórmese sobre la pena y el duelo.
8. El momento más difícil puede presentarse a los seis meses
del fallecimiento.
9. Trate de ayudar a los demás.
10. Rece. Sepa que Dios está con usted en su dolor y en su soledad.
El cardenal de Chicago, que murió de cáncer dejó
escrito: “Lo que quisiera dejarles es una simple oración,
de que todos encuentren ¬__ese don especial que Dios nos da a todos:
la paz. Cuando estamos en paz, nos sentimos libres para ser más
plenamente quienes somos, aún en los peores momentos. Nos vaciamos
y así Dios puede trabajar dentro de nosotros más profundamente.
Nos convertimos en instrumentos en las manos de Dios”. |