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LA SANTA SEMANA SANTA

“Un tiempo de Dios para reflexionar y vivir la Pascua”

Viernes Santo. Conmemoración de la Pasión del Señor

¡OH Dios!, tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro, por medio de su pasión ha destruido la muerte, que, como consecuencia del antiguo pecado, a todos los hombres alcanza. Concédenos hacernos semejantes a él. De este modo, los que hemos llevado grabada, por exigencia de la naturaleza humana, la imagen de Adán, el hombre terreno, llevaremos grabada en adelante, por la acción santificadora de tu gracia, la imagen de Jesucristo, el hombre celestial. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Isaías 52, 13-15; 53, 1-12 El fue traspasado por nuestros crímenes

Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17 y 25 Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9 Aprendió a obedecer y se hizo salvación.

Pasión Juan 18,1-19,42

Señor en tu cruz triunfamos

Ante la muerte

  • No hay palabras. Sólo raciones, flores, silencio.
  • Sabemos por experiencia lo que significa sentir el desconcierto y el dolor que produce la muerte de un familiar, de un amigo, de un inocente.
  • No hay palabras. Por eso, preferimos no hablar de ella, miramos para otro lado.
  • Sin embargo, está allí, caminando con nosotros de día y de noche, en cada respiración y en cada latido.
  • Yo no entendía el porqué la gente echa chistes y brinda en un velorio. Claro el que se murió es otro. No es uno.
  • De ahí que nos pegue pero apenas pasa el impacto, la olvidamos y vivimos como si no existiera.

El Viernes Santo nos habla de la muerte de Dios

•  Nos pide que le prestemos atención, con oído y corazón de discípulos, para recibir su mensaje.

•  El grito salido de los labios de Jesús, “por qué me has abandonado”, recoge toda la impotencia del hombre ante la muerte.

•  Nadie puede hacer nada. Dios responde con el silencio.

•  Pero… Hay preguntas:

•  ¿Qué sentido tiene la vida?

•  ¿Hacia dónde vamos?

•  ¿Hay alguien que nos recibe cuando nos morimos?

•  Son preguntas fundamentales, inquietantes, ineludibles, que no podemos esquivar.

•  Están ahí, porque todo nuestro ser se resiste a la muerte y necesita encontrarles una respuesta que dé esperanza y sentido a la vida.

•  En el fondo sentimos que no fuimos hechos para morir, pero también sentimos que no está en nuestras manos darnos la vida.

¡Ante la muerte habla Dios, o nadie!

Dijo Antígona ante su hermano muerto: ( Antígona , en la mitología griega, hija de Edipo, rey de Tebas, y de la reina Yocasta) “Dejemos hablar a Dios. La fe es escuchar a Dios, es creerle a él, y creerle es apoyar la vida toda entera en su Palabra.

Cristo nos dice: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?” ( Jn 11, 25-26)

Marta le responde: Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo” ( Jn 11, 27)

También nosotros hoy delante del Crucificado

  • Sentimos una profunda necesidad de que él nos hable y nosotros responderle.
  • La cruz es árbol de vida.
  • En ella triunfa la vida sobre la muerte, el amor sobre el odio, la verdad sobre la mentira.
  • Por eso, desde el instante en que Jesús, el Hijo de Dios, abrazó nuestra humanidad pecadora y destinada a la muerte, la cruz se convirtió en el signo bendito que nos muestra el camino hacia la vida, hacia la libertad y hacia el amor.
  • La muerte ya no es un asunto sólo del hombre.
  • Dios se comprometió con ella y, desde ese momento, se transformó en una causa también suya.
  • Por eso, la muerte y con ella todo el dolor moral y el sufrimiento físico que la anticipan, no tienen la última palabra.
  • La última palabra la tiene Dios, que resucitó a Jesús y ahora está sentado a la derecha del Padre.
  • Abrazar al Crucificado es aprender de él que la cruz asumida y ofrecida se convierte en una poderosísima fuente de vida, de libertad y de amor.

La cruz de Jesús es nuestra esperanza.

Dejémonos abrazar por el Señor

•  Todos estamos llamados a abrazarnos al amor y la vida Jesús crucificado.

•  Todo abrazo auténtico no queda pegado, sino que se despega de aquel a quien abraza, y se abre a los demás.

•  Eso es lo que hace Jesús con nosotros.

•  Nos atrae hacia sí, para que sintamos la fuerza y la profundidad de su amor entregado hasta el fin (cf. Jn 13, 1) y enseguida nos envía a abrazar a los demás con ese mismo amor.

•  El Papa Benedicto XVI nos decía en Aparecida que “la Iglesia no hace proselitismo. Crece mucho más por «atracción»: como Cristo «atrae a todos hacia sí» con la fuerza de su amor, que culminó en el sacrificio de la cruz, así la Iglesia cumple su misión en la medida en que, asociada a Cristo, realiza su obra conformándose es espíritu y concretamente con la caridad de su Señor”

Entonces misioneros

  • De su amor, de su esperanza, de su evangelio.
  • Al experimentar el abrazo con el Crucificado, somos enviados a prolongarlo en los muchos crucificados de nuestra sociedad: enfermos; ancianos y ancianas solos, algunos en sus casas y tantos en los llamados hogares, que no dejan de ser “geriátricos”; jóvenes, atrapados en la droga y el alcohol, deambulando por nuestras calles; jóvenes que, en porcentajes alarmantes, fracasan en sus estudios universitarios; obreros y obreras, padres y madres de familia, cuyos sueldos no alcanzan para alimentar y educar a sus hijos; campesinos y campesinas, desplazados de nuestros campos; hombres y mujeres detenidos en cárceles…;
  • Todo esto reclama gestos de amor y de vida, recibidos en esa inagotable y maravillosa fuente, que es la Cruz de Jesús, cruz milagrosa, porque transforma la muerte en vida.
  • En esto consiste la audacia de la misión a la que nos convoca la Iglesia en Aparecida.

Hoy adoramos la Santa Cruz

•  Porque en ella estuvo clavado el Amor, la salvación del mundo.

•  Por eso, la liturgia nos invita a mirar el árbol de la Cruz y nos convoca a adorarlo.

•  Adorar es “quedarse con la boca abierta”, el corazón extasiado, sin palabras, ante tanto amor.

•  Adorar es abrazar “con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu espíritu, y con todas tus fuerzas” (cf. Mc 12, 30), el amor de Dios, que nos amó hasta el fin.

 

 

 

Una cruz sin la verdad deja de ser cruz

Uds. conocerán la verdad y la verdad los hará libres (Jn 8, 32)

  • La verdad como camino indispensable hacia la libertad.
  • Una verdad, queridos y queridas, que nos envuelve en el perdón.
  • Entonces preguntémonos: ¿Cómo podemos, en nuestra vida de cada día, vivir en la verdad y llegar a la verdadera libertad?

Ustedes conocerán la verdad y la verdad los hará libres.

  • Muchos han hecho de estas palabras propias y han recibido al sacrificio de su vida.
  • Ejemplo el famoso sacerdote polaco, el Padre Maximiliano Kolbe, de su posición frente a la dictadura nazi y de su sacrificio. El lema del P. Kolbe era: Para permanecer como hombres libres, debemos vivir en la verdad.
  • Sabemos que quien ama la verdad se expone a altos riesgos, tanto para sí mismo como para la verdad que es atropellada.
  • Amar la verdad, vivir de ella, supone paciencia y valentía.
  • En efecto, la verdad es paciente y no violenta; «no se impone sino por la fuerza de la misma verdad que penetra suave y fuertemente las almas», dice el Concilio Vaticano II
  • La verdad sólo se impone por su propia fuerza. Atención políticos.

Hay un peligro

  • Existe la tentación, frecuente en nuestros días, de escoger, entre las páginas del Evangelio, aquellas que mejor corresponden a nuestras preocupaciones o a las exigencias de nuestra acción, dejando de lado las que nos molestan.
  • No convirtamos a Jesús en lo que no fue.
  • Si Jesús hubiera querido ponerse a la cabeza de una revolución o de una insurrección, probablemente Judas no lo habría traicionado y la muchedumbre no hubiera preferido a Barrabás.

 

Lo sabemos todos: la manera de cambiar una sociedad para que se consoliden la paz, la justicia y la democracia, es promoviendo la verdad y favoreciendo la convivencia.

 

 

Dios, Padre nuestro, siembra en nosotros convicciones, en lugar de nuestras dudas y confusiones. Enséñanos el sentido del riesgo y de la opción, del compromiso y la resolución.

 

 

10 pasos para superar las heridas de la vida

1 . Reconozca que el problema existe

2. Admita el dolor que siente—o que causó

3. Pida ayuda, guía o alguna opinión

4. Haga algo, pequeño, concreto para crear un cambio.

5. Trate de hacer las paces.

6. Recuerde hay muchas posibilidades.

7. Rece para tener fortaleza, valor, y para sanar

8. Comparta con los demás la lección que aprendió

9. No se dé por vencido, ni apague la esperanza de otros

10. Perdónese a sí mismo. Perdone a los demás

 

 

Viernes Santo.

LA PASIÓN DEL SEÑOR JESUS

Tener previsto:

  • Pancarta vistosa y grande: Señor en tu cruz triunfamos

•  El altar completamente desnudo. Sin candelabros, sin adornos.

•  Un silencio total y completo

•  El crucifijo cubierto con una pieza de tela roja

•  Monitor, lectores, pasionistas, coro, cargadores del crucifijo, porta cirios (2) Hora: 6:00 p. m.

•  Matraca. Que haces las veces de campana.

•  Coro. Hojas de canto. Se debe nombra con tiempo al grupo de personas responsables

•  El crucifijo que está en el despacho parroquial. Limpiarse y acomodarse para la veneración de la cruz.

•  Velas o velones para los cirios

•  Cesta para recoger la limosna para los santos lugares.

Esquema:

•  Todo en completo silencio. El sacerdote vestido de rojo entra al templo arrodillándose por tres veces…

•  Monitor: Para nadie es un secreto, que Cristo murió en la cruz. Hoy la Iglesia no lo recuerda y a la vez, nos invita a vivir el misterio de la cruz como el lugar de la salvación. No es la muerte la que vence al mundo, sino el amor de Cristo que lo salva.

•  Coro: Perdona a tu pueblo Señor…

•  Sacerdote (sin decir oremos) ¡OH Dios!, tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro, por medio de su pasión ha destruido la muerte, que, como consecuencia del antiguo pecado, a todos los hombres alcanza. Concédenos hacernos semejantes a él. De
este modo, los que hemos llevado grabada, por exigencia de la naturaleza humana, la imagen de Adán, el hombre terreno, llevaremos grabada en adelante, por la acción santificadora de tu gracia, la imagen de Jesucristo, el hombre celestial. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

•  Lecturas

•  Primera Lectura El fue traspasado por nuestros crímenes

Lectura del libro del profeta Isaías 52, 13-15; 53, 1- 12 Mi siervo tendrá éxito, crecerá y llegará muy alto. Lo mismo que muchos se horrorizaban al verlo, porque estaba tan desfigurado que no parecía hombre ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchas naciones. Los reyes se quedarán sin palabras, al ver algo que nunca les habían contado y comprender algo que nunca habían oído. ¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se manifestó el poder del Señor? Creció ante el Señor como un retoño, como raíz en tierra árida. No tenía gracia ni belleza para que nos fijáramos en él, tampoco aspecto atractivo para que lo admiráramos. Fue despreciado y rechazado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento; como alguien a quien no se quiere mirar, lo despreciamos y lo estimamos en nada. Sin embargo, él llevaba nuestros sufrimientos, soportaba nuestros dolores. Nosotros lo creíamos castigado, herido por Dios y humillado, pero eran nuestras rebeldías las que lo traspasaban y nuestras culpas las que lo trituraban. Sufrió el castigo para nuestro bien y con sus heridas nos sanó. Andábamos todos errantes como ovejas, cada uno por su camino, y el Señor cargó sobre él todas nuestras culpas. Cuando era maltratado, él se sometía, y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa ni juicio se lo llevaron, y ¿quién se preocupó de su suerte? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron por los pecados de mi pueblo; lo enterraron con los malhechores, lo sepultaron con los malvados, aunque él no cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca. Pero el Señor quiso quebrantarlo con sufrimientos. Y si él entrega su vida como expiación, verá su descendencia, tendrá larga vida y por medio de él, prosperarán los planes del Señor. Después de una vida de amarguras verá la luz, comprenderá su destino. Mi siervo, el justo, traerá a muchos la salvación cargando con las culpas de ellos. Por eso, le daré un puesto de honor entre los grandes y con los poderosos participará del triunfo, por haberse entregado a la muerte y haber compartido la suerte de los pecadores. Pues él cargó con los pecados de muchos e intercedió por los pecadores . Palabra de Dios.

•  Salmo Responsorial Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17 y 25

Vamos a repetir: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

•  A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca defraudado; líbrame por tu bondad. En tus manos encomiendo mi espíritu; tú, mi Dios leal, me librarás.

Todos: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

•  Soy la burla de mis agresores, motivo de risa para mis vecinos, el espanto de mis conocidos; los que me ven por la calle huyen de mí; olvidado de todos como un muerto, me he convertido en un objeto inútil.

Todos: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

•  Pero yo confío en ti, Señor; yo te digo: «Tú eres mi Dios». Mi destino está en tus manos, líbrame de los enemigos que me persiguen.

Todos: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

•  Que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, sálvame por tu amor. Sean fuertes y anímense, todos los que esperan en el Señor.

Todos: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

 

•  Segunda Lectura. Aprendió a obedecer y se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.

 

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9 Hermanos: Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un sumo sacerdote eminente que ha penetrado en los cielos, mantengámonos firmes en la fe que profesamos. Pues no es él un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras flaquezas, sino que ha sido probado en todo como nosotros excepto en el pecado. Acerquémonos, pues, con plena confianza al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y encontrar la gracia de un socorro oportuno. El mismo Cristo, que en los días de su vida mortal presentó oraciones y súplicas con grandes gritos y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, fue escuchado en atención a su actitud reverente; y precisamente porque era Hijo, aprendió sufriendo a obedecer. Llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. Palabra de Dios.

•  Evangelio. Pasión de nuestro Señor Jesucristo, según san Juan 18, 1-40; 19, 1-42

 

  1. ( Locutor) En aquel tiempo uno de los doce, Judas Iscariote, fue a los sumos Sacerdotes y les propuso.
  2. (Primera voz) Que están dispuestos a darme si les entrego a Jesús.
  1. Ellos juntaron 30 monedas.

El primer día de los ázimos los discípulos prepararon la cena de pascua. Y mientras comían dijo Jesús.

•  (Jesús) Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar.

  1. Todos se miraron buscando quien seria y Judas preguntó.
  2. ¿Seré yo acaso?
  1. Jesús respondió.

3. Así es.

1. Durante la cena tomó el pan, pronunció la bendición lo partió y lo dio a sus discípulos, luego el cáliz invitando a todos a comer y beber en la alianza del perdón. Después de rezar marcharon al huerto de los olivos, allí Jesús dijo:

3. Esta noche será larga, todos caerán por mi causa.

  1. Yo no, jamás caeré señor.
  1. Jesús le replicó.

3. Antes de que el gallo cante tres veces me habrás negado.

  1. En ese huerto Jesús se retiró y les invitó a orar, era tanto el temor de Jesús que gritó.

3. Padre, Padre bueno si es posible aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya.

1. Al regresar donde los discípulos, los encontró dormidos. Al instante apareció Judas con unos guardias y besando a Jesús lo entregó para que lo hicieran preso. Jesús es llamado a casa de Caifás, sumo Sacerdote donde lo condena por blasfemo. Pedro afuera seguía los acontecimientos y una criada le dijo:

2. ¿No eres uno de los discípulos del preso?

  1. El enseguida respondió:

2. Ni le conozco, ni se de que me hablas.

1. Al instante cantó el gallo y en silencio lloró amargamente. Ya por la tarde lo llevan a donde el gobernador Poncio Pilatos. Mientras tanto Judas entregó las 30 monedas y fue y se ahorcó. El gobernador le preguntó:

  1. Eres tú el rey de los judíos.
  1. Jesús le respondió.

3. Tú lo dices.

  1. Por esas fiestas el gobernador solía soltar un preso y la gente empezó a gritar.

4. (Coro) A Jesús no. Queremos que suelten a Barrabás.

  1. Pilatos, preguntaba.

2. ¿Y que mal a hecho?

  1. La gente gritaba más fuertes.

4. Que lo crucifiquen, que lo crucifique.

1. Entonces, Pilatos, hizo caso a la gente, azotó a Jesús y lo entregó para que lo crucificarán. Después de azotarlo, le colocaron una túnica y corona de espinas y le decían.

4. Salve Rey de los judíos y se burlaban.

  1. Con una cruz a cuesta empezó a caminar hasta el gólgota o monte de la calavera, lugar donde lo crucificaron. Allí lo clavaron a la cruz y junto a dos ladrones lo elevaron para que todos lo vieran. Desde el medio día hasta media tarde todo se cubrió de tinieblas para que Jesús gritara:

3. Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has abandonado?

1. Al oírlo uno de los presentes tomó una esponja y lo llenó de vinagre y la dio a Jesús. Y Jesús, dando otro fuerte grito exclamó:

3. Padre en tus manos encomiendo mi espíritu.

1. Jesús exhaló el Espíritu. (Silencio)

1. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a bajo, la tierra tembló. Al anochecer llegó un hombre, José de Arimatea y llorando a Pilatos le rogó que le entregara el cuerpo de Jesús, lo colocó en una gruesa manta en un sepulcro nuevo, rodó una piedra grande a la entrada de la tumba y se marchó. A la mañana siguiente, pasada el día de la preparación, un grupo fue y pidió a Pilatos que colocara guardias a la entrada del sepulcro por temor a que se robaran el cuerpo, por aquello de que resucitaría al tercer día. (Retirada en silencio)

•  Adoración de la Cruz . Desde la puerta principal se trae la cruz cubierta, acompañada por dos ministros con velas encendidas. En el centro, a la mitad y frente al altar se levanta la cruz y se canta: “Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo. Todos responden: Venid, a doremos.

•  Monitor: La cruz fue el madero donde clavaron a Jesús. Ese madero era signo de muerte. Cuando Cristo lo asume, lo carga y al entregar su vida la estaba santificando, por eso hoy veneramos la cruz donde estuvo clavada esa salvación de todos. Debo recordarles que cada uno de nosotros debe ayudar, económicamente, hoy al sostenimiento de los santos lugares. Deja su colaboración al pie de la cruz.

•  El sacerdote la venera la cruz con un beso y detrás todos los ministros y responsables de la celebración. Luego el pueblo en dos filas.

•  Coro…

•  Monitor: Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos. Por el árbol de la cruz ha venido la alegría al mundo entero.

•  Coro…

•  Monitor El Señor tenga piedad de nosotros y nos bendiga, que nos muestre su rostro radiante y misericordioso. Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos. Por el árbol de la cruz ha venido la alegría al mundo entero.

•  Coro…

•  Monitor: Pueblo mío, ¿qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme. Yo te saqué de Egipto; tú preparaste una cruz para tu Salvador. Santo es Dios. Santo y fuerte. Santo e inmortal, ten piedad de nosotros

•  Coro…

•  Monitor Yo te guié cuarenta años por el desierto, te alimenté con el maná, te introduje en una tierra excelente; tú preparaste una cruz para tu Salvador. Santo es Dios. Santo y fuerte. Santo e inmortal, ten piedad de nosotros.

•  Coro

•  Monitor ¿Qué más pude hacer por ti? Yo te planté como viña mía, escogida y hermosa. ¡Qué amarga te has vuelto conmigo! Para mi sed me diste vinagre, con la lanza traspasaste el costado a tu Salvador. Santo es Dios. Santo y fuerte. Santo e inmortal, ten piedad de nosotros.

•  Terminado la veneración a la cruz. Se inicia en el ambón las preces universales

•  Oración Universal:

+ Por la Santa Iglesia. Oremos, hermanos y hermanas, por la santa Iglesia de Dios, para que el Señor le conceda la paz y la unidad, la proteja en toda la tierra y a todos nos conceda una vida serena para alabar a Dios Padre todopoderoso.

Se ora un momento en silencio.

Prosigue el celebrante :

Dios todopoderoso y eterno, que en Cristo revelaste tu gloria a todas las naciones, conserva la obra de tu amor para que tu Iglesia, extendida por todo el mundo, persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu nombre.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


+ Por el Papa. Oremos también por nuestro Santo Padre, el Papa Juan Pablo II, para que Dios nuestro Señor, que lo eligió entre los obispos, lo asista y proteja para bien de su Iglesia como guía y pastor del pueblo santo de Dios.

Se ora un momento en silencio.

Prosigue el celebrante :

Dios todopoderoso y eterno, cuya providencia gobierna todas las cosas: atiende nuestras súplicas y protege con tu amor al Papa que nos has elegido, para que el pueblo cristiano, confiado por ti a su guía pastoral, progrese siempre en la fe.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


+ Por el pueblo de Dios y sus ministros . Oremos también por nuestros obispos, presbíteros, diáconos, y por todos los miembros del pueblo santo de Dios.

Se ora un momento en silencio.

Prosigue el celebrante :

Dios todopoderoso y eterno, que con tu Espíritu santificas y gobiernas a toda tu Iglesia; escucha las súplicas que te dirigimos por todos sus miembros, para que, con la ayuda de tu gracia, cada uno te sirva fielmente en la vocación a que les has llamado. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


+ Por los catecúmenos . Oremos también por los catecúmenos, para que Dios nuestro Señor les ilumine interiormente y les comunique su amor; y para que, mediante el bautismo, se les perdonen todos sus pecados y queden incorporados a Cristo, nuestro Señor.

Se ora un momento en silencio.

Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, que sin cesar concedes nuevos hijos a tu Iglesia; aumenta en los catecúmenos el conocimiento de su fe, para que puedan renacer por el bautismo a la vida nueva de tus hijos de adopción. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

+ Por la unidad de los cristianos. Oremos también por todos los hermanos que creen en Cristo, para que Dios nuestro Señor les conceda vivir sinceramente lo que profesan y se digne reunirlos para siempre en un solo rebaño.

Se ora un momento en silencio.

Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, que reúnes a los que están dispersos y los mantienes en la unidad: mira con amor a todos los cristianos, a fin de que cuantos están consagrados por un solo bautismo formen una sola familia unida por el amor y la integridad de la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

+ Por los judíos. Oremos también por el pueblo judío, al que Dios se dignó hablar por medio de los profetas, para que el Señor le conceda progresar continuamente en el amor a su nombre y en la fidelidad a la alianza que selló con sus padres.

Se ora un momento en silencio.

Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, que prometiste llenar de bendiciones a Abrahán y su descendencia; escucha las súplicas de tu Iglesia y concede al pueblo de la primitiva alianza alcanzar la plenitud de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

+ Por los que no creen en Cristo Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por el Espíritu Santo, encuentren también ellos el camino de la salvación.

Se ora un momento en silencio.

Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, concede a quienes no creen en Cristo buscar sinceramente agradarte para que encuentren la verdad; y a nosotros, tus fieles, concédenos progresar en el amor fraterno y en el deseo de conocerte más, para dar al mundo un testimonio creíble de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

+ Por los que no creen en Dios. Oremos también por los que no admiten a Dios, para que obren siempre con bondad y rectitud y puedan alcanzar el premio de llegar a él.

Se ora un momento en silencio.

Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, que creaste a todos los seres humanos para que te busquen, y, sólo al encontrarte, hallen descanso; concédenos que, en medio de las adversidades de este mundo, todos reconozcan las señales de tu amor y, estimulados por el testimonio de nuestra vida, tengan por fin la alegría de reconocerte como único Dios y Padre de todos los seres humanos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


+ Por los gobernantes. Oremos también por los gobernantes de todas las naciones, para que Dios nuestro Señor les inspire decisiones que promuevan el bien común en un ambiente de paz y libertad.

Se ora un momento en silencio.

Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, en cuyas manos está mover el corazón de los seres humanos y defender los derechos de los pueblos; asiste a los que gobiernan para que, con tu ayuda, promuevan una paz duradera, un auténtico progreso social y una verdadera libertad religiosa. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

+ Por los que se encuentran en alguna tribulación . Oremos, hermanos y hermanas, a Dios Padre todopoderoso por todos los que en el mundo sufren las consecuencias del pecado, para que cure a los enfermos, dé alimento a los que padecen hambre, libere de la injusticia a los perseguidos, redima a los encarcelados, conceda volver a casa a los emigrantes y desterrados, proteja a los que viajan y dé la salvación a los moribundos.

Se ora un momento en silencio.

Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, consuelo de los que lloran y fuerza de los que sufren: lleguen hasta ti las súplicas de quienes te invocan en su tribulación, para que sientan en sus adversidades la ayuda de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

•  Los ministros colocan el mantel, cirios en el altar y el sacerdote busca el Santísimo. Corporal extendido.

•  Fieles a la recomendación del Salvador, y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir: El celebrante, con las manos extendidas, y todos los presentes prosiguen:
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

•  El celebrante con las manos extendidas, prosigue él solo: Líbranos, Señor, de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

 

•  Seguidamente hace genuflexión, toma una hostia y, sosteniéndola un poco elevada sobre el copón y vuelto hacia el pueblo, dice en voz alta: Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor. Y juntamente con el pueblo, prosigue: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme. Luego, comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo. Después distribuye a los fieles la comunión. Durante ella se pueden entonar cánticos apropiados.

•  Comunión

•  Coro…

•  Oración sobre el Pueblo Oremos: Que tu bendición, Señor, descienda con abundancia sobre este pueblo, que ha celebrado la muerte de tu Hijo con la esperanza de su santa resurrección; venga sobre él tu perdón, concédele tu consuelo, acrecienta su fe y consolida en él la redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

•  Todos se retiran en silencio total…