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LA SANTA SEMANA SANTA

“Un tiempo de Dios para reflexionar y vivir la Pascua”

DOMINGO DE RESURRECCION.
Juan 20,1-9 Cristo ha resucitado. Verdaderamente ha resucitado.
Ya la noche del sábado nos había hablado de una esperanza que hoy se hace realidad. Cristo está vivo y vivo de verdad. El grupo se reunifica y perdiendo el miedo a los enemigos y la impresión a la traición.
La fuerza del Resucitado preside y guía la comunidad peregrina y pecadora. Si ella sabe mantener viva la presencia de Jesús Resucitado, se mantendrá viva y fuerte aun en medio de las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios. El cristiano no debe tener miedo a nada ni a nadie; pues su destino no es la muerte, sino la resurrección. A la comunidad cristiana no la preside la muerte sino la vida. Ha sido convocada para vivir, no para morir, Y precisamente a partir de la vida, en cuyo servicio está, es de donde procede su fuerza.
Para nosotros es una fuente de esperanza y de alegría, pues la Escritura nos asegura que lo que Dios hizo con Jesús lo hará con nosotros: un día se acercará a nuestra tumba y nos dirá lo mismo que le dijo Jesús a un muchacho muerto: "Hijo, soy yo quien habla: levántate".

Se lee la historia de dos monjes que habían pasado su vida imaginando como sería la vida eterna después de la muerte. Hicieron un pacto: el primero en morir se le aparecería al amigo y, si la vida en el cielo era como habían pensado, debería decir simplemente «taliter» «así es». Por el contrario, si la eternidad era diferente a lo que habían imaginado, entonces debería decir «aliter». El primero que murió se apareció a su amigo. El otro monje le preguntó inmediatamente: ¿Es como nos lo habíamos imaginado? El otro movió la cabeza y de sus labios entrecerrados salieron las palabras «totaliter aliter», «es así es pero totalmente distinto».

La Resurrección del Señor nos abre las puertas a la vida eterna, su triunfo sobre la muerte es la victoria definitiva sobre el pecado. Este hecho hace del domingo de Resurrección la celebración más importante de todo el año litúrgico.