16 de abril. VIGILIA PASCUAL; Misa de la Vigilia Pascual,




1ª Lectura: Gn 1,1.26-31a; Salmo 103 o 32. 2ª Lectura: Gn 22,1-2.9a.10-13.15-18; Salmo 15. 3ª Ex 14,15—15,1; Salmo: Ex 15. Rm 6,3-11; Salmo 117. Lc 24,1-12 “Volvieron del sepulcro y anunciaron todo esto”


Estamos ante la celebración más importante del año cristiano: la liturgia madre de todas las liturgias. Vivir la liturgia de la luz, de la Palabra, la bautismal y la de la eucaristía. Y además nos permite con sus lecturas hacer un recorrido completo por la historia de la salvación. La Resurrección es un acontecimiento histórico y a la vez trascendente, acaecido en la persona de Jesucristo: Dios y hombre verdadero. La muerte no podía retener al autor de la vida.
La pascua es el tiempo litúrgico que mejor refleja el ser de la Iglesia: comunidad que camina de la mano del Señor Resucitado. Con el domingo también inicia la catequesis mistagógica, donde los neófitos van a aprender sobre el misterio de nuestra salvación desde la vivencia de ser cristianos. Este tiempo nos recuerda que estamos llamados a ser testigos, con palabras y con obras, de la experiencia de descubrir al Resucitado en nuestras vidas, La marca bautismal ya no se borra. Ella prolonga el diálogo de la salvación en la misión y el testimonio de la Iglesia.
Observemos:
· Las mujeres al rayar la luz del alba visitan el lugar de la muerte (el sepulcro de Jesús) y lo hallan vacío. No saben qué pensar. Necesitan de las palabras de los dos seres angélicos para entender que Jesús ha resucitado. Pero él ya lo había anunciado.
· Lo que les anima no son las sorpresas ante el sepulcro vacío, sino de una experiencia de Dios, de una intervención de gracia que les ayudó a ver que donde buscaban no estaba el que había resucitado: ¿por qué buscan entre los muertos al que vive?
· Tres verbos pueden indicar este movimiento, fruto del encuentro de las mujeres con los ángeles: recordar, volver y anunciar.
1. Recordaron sus palabras. "No está aquí. Resucitó. Acuérdense de lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea:" (Lucas 24,6) Y ellas no lo recordaban que mientras caminaba, enseñaba Jesús se los había dicho. Con la resurrección lo humano entra definitivamente en Dios y Dios se expresa en plenitud desde lo humano.
2. Volvieron del sepulcro. Sin la conversión es imposible ver a Dios, recordemos que la cuaresma nos dio las herramientas y la experiencia. Volver, entonces, es una invitación a secar nuestras lágrimas y vivir de manera positiva, esperanzada, confiando en la bondad, amor y cercanía de Dios.
3. Anunciaron a los demás. La experiencia de Dios en nuestras vidas trasciende nuestra limitada existencia. Nos hace salir de nosotros mismos para dar testimonio. Nos deja con ganas de contar, brincar de alegría
¿Qué hacer?
Nosotros no somos máquinas, sino seres humanos con sentimientos. Sentimos el dolor de la muerte, y en estos días reflexionamos sobre la muerte de Cristo, es decir hicimos silencio. Un silencio que delante de la cruz nos quedamos sin palabras. Pero el silencio es bueno, porque nos despierta. Y eso es la Pascua despertar para reaccionar. No a la injusticia, no al no hacer nada por mi comunidad parroquial. No cruzarse de brazos ante tantos hermanos perdidos en el pecado y la ignorancia (Catequesis-Evangelización) Nada de andar atolondrado con la rutina aplastante con aquello “siempre se hizo así” que roba suelos y esperanzas. (Muchos Caifás de Juan 11,50) Sin olvidar que si callamos las piedras comenzarán a hablar (Lucas 19,40). No podemos callar ante: “No está aquí ha resucitado” (Mt 28,6) Dejemos el miedo. “No está aquí ha resucitado” (Mt 28,5-6). La tumba vacía quiere desafiar, movilizar, cuestionar, pero especialmente quiere animarnos a creer y a confiar en Dios. Celebrar la Pascua, es volver a ver a Dios vivo y radiante que me abraza para enviarme a anunciarlo. Feliz Pascua.

Padre Marcelo. @padrerivas

2022 abril 16


Reflexión para este sábado santo




Saber esperar…


Hoy, sábado santo, es un día de espera silenciosa y a la vez triste, el Señor ha bajado a la tumba y está atrapado en ella. "Jesús probó el vino y dijo: Todo está cumplido. Después inclinó la cabeza y entregó el espíritu." (Juan 19,30) Por eso los templos están cerrados y una afonía invade la atmósfera.
La mayoría, como allá, está distraída en la “gran fiesta de pascua” por aquí en la playa y en la diversión. Otros, con fe y amor, se preparan para Renovar sus promesas bautismales y vestidos de blanco hacen procesión con antorchas para ir disipando las tinieblas de la tristeza y el abandono en que han quedado, eso bien lo hicieron los discípulos de Emaús (Lucas 24,13-35)
Ayer vivimos el dolor de una muerte que no entendíamos y a la vez repudiamos, incluso en muchos templos se dejó un cirio apagado en alusión a Judas el traidor. Y en ese silencio, que es bueno, pues nos despierta y eso es la Pascua: “despertar para reaccionar”
Recuerdo a mi comadre Rosa a quien le diagnosticaron cáncer, para ella su gran preocupación fue la incertidumbre constante delante de esa espera de una palabra decisiva del doctor, y siempre decía: esperen, esperen. Y lo cuento porque es difícil soportar la angustia de la incertidumbre, y siempre nos preguntamos qué revelará la próxima prueba. Aunque debo decirles con fe y tranquilidad. Todos algún día moriremos, eso lo dice la enfermedad de cáncer.
Acompañando a la familia de Rosa les iba leyendo la Biblia y me acerqué al salmo 90 y en los versículos 4-6 les leí: "Mil años para ti son como un día, un ayer, un momento de la noche. 5. Tú los siembras, cada cual a su turno, y al amanecer despunta la hierba; 6 en la mañana viene la flor y se abre y en la tarde se marchita y se seca." Y de ahí le señalé que la vida es breve y hay que rogarle a Dios que nos acompañe para tomar decisiones sabias, bien demostrado en el verso 12 “Enséñanos lo que valen nuestros días, para que adquiramos un corazón sensato." Por eso, en este tiempo de silencio hay que sacar los mejores frutos y así va a bendecir lo que hacemos. Volviendo a lo de la comadre Rosa habrá que concluir que nuestra esperanza no está en ningún diagnóstico médico, sino en Dios que es eterno y nada más.
Ahora, para este sábado santo y para la reflexión, debíamos en la Biblia ubicar a San Pablo en su carta a los Romanos 8,31-39 y desgajar poco a poco su hermosa enseñanza. Verso 31 "¿Qué más podemos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?" Aquí una plena confianza de que Dios nos ama a pesar de las circunstancias. Y ahí podemos afirmar que Dios nos dio a su Hijo para salvarnos y por tanto, proveerá de todo lo necesario para que terminemos bien esta vida. Si nos metemos en el texto veremos que Pablo soportó: “35. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Acaso las pruebas, la aflicción, la persecución, el hambre, la falta de todo, los peligros o la espada?” Por eso Dios no evitó el sufrimiento de su Hijo, más bien lo acompañó y nos corresponde, entonces, no perder la esperanza. Es decir, saber esperar. Y así podremos finalizar esta espera con el versículo 37 “Pero no; en todo eso saldremos triunfadores gracias a Aquel que nos amó”
Saber esperar es confianza y esa confianza se lleva dentro del corazón, por aquello del Principito: “lo que toca el alma no se olvida” y termina Pablo diciendo: "ya sean del cielo o de los abismos, ni ninguna otra criatura podrán apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor." (Vv.39)


Padre Marcelo. @padrerivas

2022 abril 16